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Final de temporada: Noragami

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En algunas ocasiones, felicitamos y encomiamos a algunas series que no se apegan a su premisa original y salen al campo a explorar nuevas cosas. A veces nos gusta que nos den unas cachetadas, nos pongan unas trampitas, nos desorienten. Porque, suponemos, ese giro que se puede dar, es mejor que la premisa, nos alienta… Pues, bien. Cuando un anime pone entre sus géneros la palabra «acción», nos imaginamos peleas, espadas, brillitos, sudor… ¿no? ¿Qué pasaría si un anime sobre acción jamás tiene acción, sino un muy, pero muy estirado drama? Ahí estamos ante Noragami.

Noragami es un anime que empieza bastante bien. Yato-gami, un dios pobre, sin seguidores, se encuentra con una chica llamada Iki Hiyori, que, al intentar salvarlo, es atropellada por un auto. Después de sufrir el accidente, Hiyori constantemente sufre de «desmayos» en los que su alma (reflejada por una cola de gato… no pun intended) se separa de su cuerpo. En esta forma, va conociendo a Yato y a su «shinki», llamado Yukine, y va pasando los días junto a ellos dos, peleando fantasmas y conociendo el mundo de los dioses.

Hasta ahora, todo bien, ¿verdad? Lamentablemente, no contábamos, cuando empezamos a ver la serie, que la planificación y la dirección cambiaran tanto y sólo en los últimos capítulos intentase reacomodarse. Sucede que Noragami se compone de una introducción y dos arcos principales: el primero, dramático, el segundo, casi pura acción. El problema está cuando este arco «dramático», con material sólo para animar un par de capítulos, compone más de la mitad de la serie: el drama de Noragami es un chicle bastante elástico que para estirarse más y más se vale de conocidísimas artimañas melodramáticas, que cuando se resuelve el problema nos deja preguntándonos si este existió en algún momento, y que relega la mayor importancia de la trama a tres capítulos justo al final.

Aun así, este anime intenta explorar cosas muy interesantes; como el pecado, el castigo y los dioses olvidados (la cultura que se pierde). Sin duda se ahoga ante el dramatismo cliché, pero en sus mejores momentos es muy entretenido y los dos últimos capítulos capturan la esencia de una acción que debió ser recurso principal de las series. Muchas cosas quedaron en el tintero, así que una segunda temporada no sería una locura (contando que es bastante popular en Japón).

El trabajo de animación estuvo excelente, y mientras que Hiroshi Kamiya hizo un papel extraordinario como Yato, Uchida Maaya me hacía apretar la cara cada vez que Hiyori gritaba. Me sentí muy atraída por el soundtrack, cosa que no me extrañó cuando pillé que lo había hecho Iwasaki Taku . Hasta las escenas más patéticas parecían de extrema seriedad por el asombroso ambiente musical que tenían. El OP, Goya wo Machiawase, es totalmente excelente,quizá el mejor opening de toda la temporada. El ED, por su parte, es la típica canción ryo, de supercell, que ya conocemos mucho y es algo repetitiva.

En sí, Noragami es bastante potencial mal dirigido. Si la longitud de los dos arcos hubiese estado más equilibrada, si el drama hubiese sido planificado, si la acción no se hubiera relegado… quizá tuviéramos otra serie y otra puntuación. Lo bueno es que, en sus mejores momentos, es entretenido, gracioso y atrayente… Lo malo es que de sólo pan no vive el hombre. Quizá veamos una segunda temporada en el horizonte, pero yo que ustedes no pongo las expectativas tan alto.

Puntuación: 6/10 – Mejor que el promedio, pero muchas fallas.